Primera Casa Cultural en Los Alcázares

PRIMERA CASA CULTURAL EN LOS ALCÁZARES
Por: Ricardo Carvajal
Marzo de 2019


La población de Medellín tuvo en la primera mitad del siglo XX un crecimiento relativamente lento, pues entre 1900 y 1950 pasó de 59.000 a 168.000 habitantes, es decir que en cincuenta años triplicó su población, lo cual contrasta fuertemente con el crecimiento vivido entre 1950 y 1970 , en que se pasó de los 168.000 a los 780.000 habitantes, es decir que su población casi se quintuplicó en esos 20 años, en gran parte por el desarrollo industrial pero también por la gran violencia que vivimos en los años 50´s y siguientes,  generando el primer gran desplazamiento de los campesinos hacia las ciudades capitales. Obviamente las ciudades no estaban preparadas para albergar estas grandes masas de desplazados que lo único que traían era su fuerza laboral y el miedo que les produjo una guerra partidista que no entendían y que difícilmente identificaban por el color que enarbolaban unos dirigentes a los que tampoco conocían.

Los planes del gobierno para garantizar unas mínimas condiciones de subsistencia, pasaban por la construcción de modestas viviendas, por medio del ICT (Instituto de Crédito Territorial) en unos barriales improvisados y con mínimo desarrollo en infraestructura por lo que los habitantes, se vieron obligados a emprender con su propio esfuerzo la construcción de iglesias, y la pavimentación de las principales  calles y andenes. Es aquí donde se inscribe la fundación de las Juntas de Acción Comunal y los Centros Cívicos alrededor de los cuales se organizaban los habitantes del barrio para priorizar sus proyectos comunitarios.

Concretamente en el Barrio Los Alcázares se fundó el Centro Cívico Carlos E. Restrepo en 1952 luego de que el ICT,  hiciera entrega de la segunda etapa del proyecto,  compuesta por 56 casas, pues las primeras 40, a quienes sus habitantes llamaron “El cementerio de Corea” por su forma de bóvedas, ya habían sido entregadas un año atrás.

El centro Cívico en sus primeros años se dedicó por completo a trabajar por la construcción de la iglesia de Santa Rosa de Lima y por algunas otras obras civiles de poca envergadura dado el escaso presupuesto con que contaba y cuya principal entrada era la venta de empanadas cuya materia prima era recolectada por voluntarias puerta a puerta, lo mismo que la elaboración y venta de las mismas.
A partir de los años 50´s, el municipio de Medellín, por su lado, fue adelantando obras de acueducto, alcantarillado, alumbrado público.  La Secretaría Nacional de asistencia Social “SENDAS” fundada por el dictador Gustavo Rojas Pinilla en 1954, se dedicó a brindar asistencia médica, abrió guarderías para los hijos de los pobres a los que además se les empezaron a dar mercados y materiales de construcción para adelantar sus casas, todo lo cual deberían compensar los pobres con su trabajo en la iglesia. En la década del 60, el Presidente Americano John F. Kennedy, lanza el programa, LA ALIANZA PARA EL PROGRESO, para contrarrestar la influencia  de las ideas comunistas en el continente, en especial de la Revolución Cubana que amenazaba con extenderse. El programa consistía básicamente en brindar ayuda económica a los países de América Latina. Todos recuerdan con nostalgia el pan, el queso amarillo, el aceite de cocina y la harina de maíz, que mensualmente era entregado a las familias más pobres de los barrios populares que en realidad  éramos todos. Algunos cuestionaron los programas de Kennedy argumentando que los productos llevaban anticonceptivos que limitarían el crecimiento demográfico de la región, mientras que otros los rechazaban por la carga ideológica que representaba en favor de los Estados Unidos ahora que estaban inmersos, junto con la Unión Soviética en  lo que se llamó la “guerra Fría  ”, después de la segunda guerra mundial. Pero lo cierto es que nadie olvida esas deliciosas arepas que preparaban las madres con la harina de maíz y el queso, que le daba un incomparable sabor a pandequeso.

En 1970, un grupo de jóvenes encabezados por Jorge Marín, Belisario Velásquez, Alvaro Fernández, Edgar Escudero, Nelson Franco y, Jesus Arboleda, entre otros, asumen la dirección del centro Cívico y se dan a la tarea de emprender todo un trabajo de tipo cultural en el barrio, pues las principales  obras de infraestructura ya estaban siendo adelantadas por el municipio. Consideraron aquellos jóvenes, que ahora era más importante la formación intelectual de los habitantes del barrio.
Lo primero que hicieron fue abrir una sede cultural, que funcionó en la calle 49 E con carrera 88. Alli se abrió al público una biblioteca, y se instaló una mesa de ping pon, lo mismo que 30 tableros de ajedrez para que los jóvenes del barrio, tuvieran en que distraerse, en una época en que la marihuana y el LSD amenazaba con invadir sus cabezas. También se dictaban conferencias semanales, donde se tocaban los principales temas de la actualidad política y económica. Además se organizaban actividades deportivas en los diferentes parques del barrio. Uno de los programas más importantes fue la formación académica impartida a los adultos que quisieran validar el bachillerato, dado que el gobierno había expedido un decreto en ese sentido. En poco tiempo se sacó la primera promoción de bachilleres, formados en la Casa Cultural del Centro Cívico.
Los que estábamos un poco adelantados dentro de nuestro bachillerato “normal” hicimos nuestros pinitos como profesores y de paso cumplimos con nuestras horas de alfabetización exigidas en el pensum académico del colegio.

Por otro lado formamos el Club Juvenil “JUVENTUD EN VANGUARDIA”, donde realizábamos cine-foros, socio-dramas y brigadas juveniles para brindar asistencia y transmitir nuestra experiencia a jóvenes de otros barrios en formación y por ende con más necesidades que nosotros.
La apertura de las mentes a otras culturas y a nuevas ideas, generó el inmediato rechazo por parte del párroco de santa Rosa de Lima, pues según él, los jóvenes se estaban alejando de la religión. Para colmo, una vez que estábamos pintando la casa cultural pasó casualmente el Padre Sosa quien corrió alarmado al ver que tapamos con una sábana blanca el cuadro del Corazón de Jesús para no mancharlo, pero él pensó que era un acto de ateísmo, por lo que en el sermón del domingo le pidió a los feligreses que no dejaran ir a sus hijos a la casa cultural. De ahí en adelante, fueron muchas las personas que se dejaron influenciar por el párroco y entonces la actividad cultural comenzó a decaer hasta que desapareció por completo y la casa fue desocupada. Una nueva junta asumió la dirección del Centro Cívico que nuevamente entró en un periodo de inactividad y silencio.
En 1993 , 20 años después de haber cesado casi por completo la actividad del centro Cívico , se abrió de nuevo la casa Cultural en el mismo lugar donde se fundó el kiosco de los Alcázares que fue el primer centro de reunión del barrio aunque allí la actividad estuvo marcada por  la parranda y el guaro. En 2018 se celebraron los 25 años de la Casa Cultural y hoy en día se desarrollan diferentes actividades de capacitación, deporte y cultura que tanta falta le hacen siempre a una juventud en busca de beber pero de las fuentes del saber.

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