MI MADRE ESTUVO EN EL
ACCIDENTE DE GARDEL
Por: Ricardo Carvajal V.
Agosto 7 de 2019.
El día que mi madre cumplió sus cinco años, mi abuelo le
regaló una muñeca de pasta rosada, con unos ojos tan azules como inmóviles y una
burda imitación de cabello rojo fundida sobre su cabeza, que no logró convencerla de abandonar sus juegos que parecían un poco masculinos. En
efecto, mi madre era una niña muy
diferente y disfrutaba más jugando con otro tipo de objetos a los que pudiera
encontrarles alguna utilidad práctica. Tal vez por eso no había volteado a
mirar la rígida muñeca pero llevaba una semana jugando con una caja de clavos
de 6 pulgadas que había encontrado al lado de un taller junto a su casa y con los cuales comenzó a hacer
destornilladores.
Mi madre vivía en Medellín en la esquina que actualmente se forma en el
cruce de la carrera 70 y la calle 30, y justo por allí subía el tranvía que
cubría la ruta de Belén y que en su recorrido bajaba por la 30, volteaba por
Palacé cruzaba el parque Berrio y
llegaba hasta Manrique. Recuerda mi madre que esa mañana del 24 de Junio su
hermana Oliva la llevó a hacer todo el
recorrido en el Tranvía para que fuera familiarizándose con él y conociendo la
ciudad. Después de almorzar, volvió a sacar su caja de clavos y se dirigió a la
ruta del tranvía para continuar con lo que había empezado desde su cumpleaños
pero que nadie supo de dónde sacó la idea: Con la delicadeza de un relojero, mi
madre sacaba un clavo de la caja y lo acostaba con la punta sobre uno de los
rieles del Tranvía, de tal manera que éste, al pasar, lo dejara achatado como
si se tratara de un destornillador de pala. Luego entre ella y su hermano mayor
sujetaban el clavo por el otro extremo y lo ponían entre dos trozos de madera y
le daban vueltas con alambre hasta lograr hacer el mango de la rudimentaria herramienta.
Después procedían a vendérselos a los
vecinos y hasta a mi abuelo le vendieron los ingeniosos destornilladores. Esa
tarde después de pasar el tranvía, mi madre recogió el último clavo y estirando
su brazo lo miró. Luego su mirada fue desviada por una gran columna de humo que se levantaba en la pista
del aeropuerto “Las Playas” (Hoy Olaya
Herrera) y algunas personas que empezaban a correr hacia el lugar del incendio.
La manga que separaba el aeropuerto
tenía una cerca de alambre de púas y una puerta de torno para evitar que
el ganado y las bestias que pastaban al
lado de la pista se salieran a la calle.
Mi madre seguía concentrada en sus destornilladores y no se dio cuenta de que
el incendio había sido provocado por el choque de dos aviones: El avión F31 de SACO, proveniente de Bogotá hizo escala en Medellín para continuar su
camino hacia Cali; Carlos Gardel y sus músicos eran los ocupantes del avión y
aprovecharon la escala para tomarse algunas fotos y firmar autógrafos a sus
admiradores, abordando nuevamente el avión para continuar su destino. Cuando el
avión piloteado por Ernesto Samper Mendoza había recorrido 608 metros de pista,
inexplicablemente se desvió hacia la derecha y fue directo a estrellarse contra
el otro avión de la compañía SCADTA que
estaba estacionado a un lado de la pista esperando su turno para despegar.
Atraído por el humo, Ramiro el hermano de mi madre la cogió de la mano y comenzó a correr hacia el lugar
del incendio llevándola prácticamente
por los aires, pero ella seguía sosteniendo el clavo en su otra mano.
Cruzaron la puerta de torno y continuaron corriendo por la manga en medio de
una hierba alta que por momentos tapaba a la niña que nunca pensó estar
asistiendo al accidente que produjera la muerte
del ídolo que partiría la historia de Medellín en dos.
Al llegar al sitio, muchas personas estaban corriendo hacia la
quebrada que pasaba cerca, con baldes y cubetas para cargar agua y tratar de
apagar el incendio, cosa que resultó inútil, ya que en cuestión de minutos, las
2 aeronaves quedaron reducidas a chatarra torcida y cenizas, junto con los
pasajeros y las tripulaciones. En total murieron 17 personas de las 20 que
ocupaban las 2 aeronaves.
Desde el mismo momento de la tragedia, comenzaron las
especulaciones sobre las causas del accidente, y empezó a crecer la leyenda,
habida cuenta de la importancia de los ocupantes de los aviones.
Lo primero que se dijo fue que el accidente había sido
provocado por celos profesionales de la
empresa SACO, propiedad de la familia Samper y cuyo propietario y piloto,
Ernesto Samper Mendoza (tío-abuelo del Expresidente colombiano del mismo
nombre) conducía el avión que se precipitó contra la otra aeronave, muriendo en
el acto, argumento que a pesar de lo
absurdo, tomó fuerza entre los curiosos a los que se les hacía imposible que en
una pista de 900 metros, el avión se desvíe de su curso y se dirija exactamente
hacia el único objeto que había a lo largo de toda la pista y que era
precisamente el otro avión de SCADTA, parqueado a 75 metros de la pista. Todos
se preguntaban por qué el piloto no frenó o desvió el avión hacia otro lado,
teniendo tanto vacío a lado y lado de la pista. Para muchos, algo sórdido había detrás del accidente. Este cronista estuvo
investigando la razón de tal comportamiento por parte del piloto ya que
realmente si resulta extraño el hecho de que el piloto no hubiera maniobrado el
avión hacia otro lado. Hay un fenómeno muy frecuente asociado a los accidentes
que se producen al salirse un vehículo de la vía. Se trata del fenómeno
conocido como “fijación del objetivo” que se presenta en momentos de gran
tensión para el conductor, quien tiende instintivamente a dirigir el vehículo
justamente hacia el lugar al cual dirige su vista y que en situación de riesgo
ese lugar suele ser el más peligroso. Por eso los conductores cuando salen de
la vía, casi siempre chocan con el poste, el árbol o el vehículo estacionado a
un lado de ella. Es como si el objeto que miramos y queremos evitar, ejerciera
una especie de magnetismo que nos lleva inevitablemente al choque. Parece
ilógico que el piloto al ver que su avión abandona la pista no tenga la pericia
para desviarlo hacia otro lado, pero en un alto porcentaje de los accidentes se
da el fenómeno citado sin que pueda hacerse algo diferente. Fue algo muy
natural y tal vez por eso nos cuesta entenderlo y aceptarlo.
Por otro lado se decía que Gardel seguía vivo pero que se
escondía en algún lugar profundo de nuestras selvas para ocultar sus
quemaduras, cosa que también fue desvirtuada al hacer el estudio de las
dentaduras de los ocupantes y comprobar que la del Zorzal Criollo estaba casi
intacta a pesar de que su cuerpo quedó completamente carbonizado. La última
especulación hablaba de que Gardel había sido asesinado unos minutos antes del
accidente con arma de fuego ya que el cadáver presentaba
un impacto de bala. Pronto se supo que en su juventud Gardel fue herido en una
riña y aún conservaba el proyectil en su cuerpo. La prensa sensacionalista de
la época llenó innumerables páginas con otras historias igual de fantásticas e
imposibles de demostrar pero que fueron dando comienzo a la leyenda del máximo exponente del tango cantado y que pasó
a ser, al menos para los paisas, algo así como un dios al que aún se le reza y
se le llevan flores.
Pero la verdad es que el accidente se debió a otros factores,
ya que en la parte posterior del avión se había ubicado demasiada carga
compuesta básicamente por el equipaje de Gardel y sus músicos, carga que al
parecer se ubicó en forma desordenada desbalanceando el avión, dirigiéndolo
hacia la derecha y dificultando el despegue.
El avión tenía capacidad para levantar 6.237 kilos y llevaba 6.182, es decir
iba casi al límite. Se especuló sobre
los vientos, pero es sabido que en Medellín a las 3 de la tarde los vientos son
de muy poca intensidad. Por último, se mencionó el estado de la pista que tenía
muchos baches generados por la construcción de un drenaje que se había hecho
recientemente, cosa que hacía saltar el avión a medida que ganaba velocidad, lo
que al parecer influyó bastante. Un estudio
hecho por el comodoro Ortiz concluye que el avión difícilmente hubiera podido
despegar ya que no lo había logrado en 608 metros recorridos y solo le quedaban
289 , insuficientes para despegar con el peso que llevaba, así que lo más
prudente hubiera sido abortar el vuelo y no acelerar como hizo el piloto.
En Medellín que ya era una ciudad tanguera, a partir ese día
se desató una verdadera fiebre de tango y de todo lo que tuviera que ver con
Gardel, dando comienzo a la leyenda y luego al mito que se conserva hasta hoy,
al punto de que hasta el trato de “vos”
y los demás elementos de la jerga Lunfarda usada en el tango, comenzaron a
tomar mucha más fuerza entre los
habitantes de Medellín, muchos de los cuales aún dicen refiriéndose a Gardel:
“cada día canta mejor”
En Buenos Aires ocurrió algo parecido, seis meses después,
cuando los restos de Gardel fueron repatriados para darle sepultura en el Cementerio de la
Chacarita en medio de una multitud de 45.000 personas que lloraban gritaban y cantaban sus tangos. Francisco
García Jiménez, decía ese día de febrero de 1936 mientras marchaba en la
procesión fúnebre que el ataúd no contenía un cadáver sino “un recién nacido
mito encantado”.
Mi madre con su corta
edad no podía darse cuenta de la magnitud de la tragedia que estaba
presenciando, como tampoco se dio cuenta de que ese incendio le estaba poniendo
el segundo apellido a Medellín: “la capital mundial del tango”. Sólo recuerda
que algunas personas llegaron con
cámaras mientras la policía instalaba un cordón para evitar que las
gentes se acercaran demasiado. La frase que taladra su cabeza desde entonces es:
“se mató Gardel, se mató Gardel”. Pero no
sabía quién era Gardel y ni siquiera sabía lo que significaba la muerte, pues
nunca le había tocado vivirla en su familia.
Y recuerda que ese lunes 24 de
junio hace 84 años, mientras toda la gente se agolpaba alrededor de los aviones
aún humeantes, ella escarbaba el piso
con el clavo que aún llevaba en la mano y de esa mezcla negra de tierra y
ceniza húmeda pudo rescatar tres monedas que luego uso para comprar más clavos
y seguir con su pequeña empresa de destornilladores, sin pensar que a lo mejor
los estaba comprando con la herencia que sin querer le había dejado el Gran
Carlitos Gardel.